Ecovelas que crean el mejor ambiente
Las velas de parafina emiten sustancias peligrosas para la salud y el entorno. La simple y elegante llama de una vela proporciona luz cálida y sobre todo la gozosa sensación de estar más allá del tiempo. Transmite una especie de energía y esperanza contra el miedo, quizá porque en nuestros orígenes nos congregaba a su alrededor y nos protegía de las fieras. Por Manuel Núñez y Claudina Navarro
Las velas forman parte tanto de los rituales religiosos y las celebraciones como del ambiente necesario para el recogimiento y la intimidad. Pero todos los significados positivos de una llama pueden oscurecerse si la vela es de mala calidad. La mayoría de las que se encuentran en las tiendas ordinarias está elaborada con parafina, una sustancia derivada del petróleo. Al arder, la parafina libera diversos compuestos, algunos de ellos cancerígenos, como el benceno o los hidrocarburos policíclicos. Además consumir estas velas implica cierta colaboración con la contaminante industria petrolífera. Las personas con sensibilidad ambiental y las que sufren alergias o algún problema respiratorio prefieren las velas elaboradas con cera de abeja, que no producen ningún hollín ni residuo, o con grasa vegetal –la ubicua soja también sirve para este fin.
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Plomo en la mecha
Hay que tener en cuenta además la mecha, el alma de la vela. Las velas baratas importadas pueden contener plomo, metal altamente tóxico, especialmente para las neuronas infantiles. Después de sólo una hora ardiendo, las velas cargadas de plomo aumentan su concentración en el aire hasta 15 microgramos por metro cúbico. El límite de seguridad se considera de 1,5 como máximo. En consecuencia hay que rechazar en general las mechas duras con centro metálico. Una prueba para detectar el plomo es cortar la mecha, quitar la funda de algodón o papel e intentar rayar sobre un papel; si escribe como un lápiz es que es de plomo. Por fortuna en la mayoría de las velas la mecha es de algodón, papel, lino o cáñamo.
Aromas y tintes con riesgo
Los aromas de origen químico –presentes incluso en supuestas velas de “aromaterapia”– pueden contener ftalatos que interfieren el sistema hormonal y otras sustancias que pueden causar reacciones alérgicas. En cuanto a los tintes, pueden contener anilinas y otros productos tóxicos. Por tanto son preferibles las velas que recurren a tintes naturales y, para el olor, a aceites esenciales de producción ecológica. Pero el mayor riesgo de una vela es que acabe incendiando la casa. Por eso la mecha debe ser corta y nunca se debe dormir mientras arde. No debe dejarse en lugares al alcance de niños o animales, y debe apoyarse sobre metal, cerámica o cristal, lejos de cualquier material u objeto inflamable (cortinas, papeles…).
Fuente: www.larevistaintegral.com