Tomando Consciencia...

Un Poquito de Mi... y Muchas Cositas Mas... SENSACIÓN ♥ CONCIENCIACIÓN ♥ ACCIÓN ♥ PARTICIPACIÓN ♥ CREACIÓN ♥ TRANSFORMACIÓN ♥ El SER HUMANO, La MADRE TIERRA y lo que les envuelve para SANAR y CAMINAR hacia el AMOR

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Sobre el Amor a Uno Mismo





Si no te amas a ti mismo, nunca podrás amar a nadie. 

Si tú no eres amoroso contigo, no puedes ser amoroso con nadie...

Lo que quiera que eres contigo mismo, lo eres con los demás

Deja que eso sea una referencia básica..

Siempre creemos que para amar necesitamos a alguien, pero si no aprendes a amarte a ti mismo, no podrás  practicarlo con los demás...

COMO AMAR de JEFF FOSTER

Foto: Maje Lorenz
“Sin ti, no puedo vivir”.
“Tú me completas”.
“Sin ti, no soy nada”.

“Nunca me vayas a dejar”.


Te vendieron una hermosa mentira sobre el amor.

Y en tu inocencia, compraste la mentira, la tomaste como verdad. Porque todos a tu alrededor estaban haciendo lo mismo, y querías encajar, y sentías miedo de estar solo, porque nunca te sumergiste en la alegría oceánica de tu propia soledad para encontrar la seguridad allí.

Nadie viene a salvarte, ya ves. No hay ningún príncipe a caballo, ninguna Julieta. Ninguna madre sustituta. No existe "Una Persona Especial". No hay ningún mesías que venga a quitarte el dolor, tus sentimientos de vacío, ese sentido de separación y abandono que te ha acompañado desde que eras joven. Nadie será capaz de sentir y metabolizar tus sentimientos por ti. Nadie puede vivir ni morir por ti. Nadie tiene el poder de distraerte permanentemente. Nadie puede apropiarse de ti o ser de tu propiedad.

Tu otra mitad, tu realización, no está allá fuera, ya ves, sino en lo más profundo de ti. Ella vive como tu propia presencia, arde como el Sol dentro de ti.

Muchas personas están buscando amor. O están tratando de aferrarse a un amor que parece escaparse de entre sus dedos. O sienten que han perdido el amor, y están tratando de recuperarlo, huyendo de los sentimientos desagradables que implica una separación, adormeciéndose con más sueños, alejándose cada vez más de sí mismos, buscando algo que nunca encontrarán, soñando aún con "Una Persona Especial" que los complete, que les ofrezca una vida de seguridad psicológica, que sea la perfecta madre o padre que nunca tuvieron en la Tierra.

Por supuesto, eso no es amor. Eso es miedo, una huida inminente de la soledad.

Si puedes hallarlo o perderlo,
si puedes estar 'dentro' o 'fuera' de él,
si te puede ser dado o quitado,
si tienes que luchar por él, rogar por él, manipularte a ti o a los demás para obtenerlo,
si crees que debes merecértelo,
si duele, entonces es la versión del amor que proviene de la mente.
Esta es la mentira. Porque si amas, estás presente. Eso es todo.

Si amas a alguien, estás presente con él. Tan presente como lo estás contigo mismo. Tan presente como el Sol en el cielo, a pesar de las nubes, las tormentas, del clima siempre cambiante.

No confundas amor con deseo, entonces. El deseo viene y va. Arde intensamente, o la flama se extingue. Pero el deseo no es congruente, como el amor.

No confundas amor con atracción. La atracción es hermosa, pero sube y baja, se eleva y cae como las olas en el océano. Cambia con las estaciones, los días, las horas, los momentos. No está siempre presente, como el amor.

No confundas amor con sentimientos agradables, cálidos, incluso con los extravagantes sentimientos de estar "enamorado". Los sentimientos agradables se tornan en dolorosos muy rápidamente. El amor no es ni placer ni dolor, no es éxtasis ni sufrimiento; es el campo que perdura, incluso cuando la felicidad se disuelve en desesperación.

No confundas amor con urgencia de poseer o ser poseído por alguien. El amor no es un capricho. El amor no es ni obsesivo ni compulsivo. El amor no se aferra a nada. El amor no posee nada; es sin peso, sin forma. El amor no dice, "eres necesario para mi felicidad, mi alegría, mi vida”. No, el amor es sinónimo de libertad, tiene un corazón abierto de par en par, dispuesto a sentir cada sentimiento, a pensar cada pensamiento.

El mito más peligroso que hay es el que dice que otra persona puede 'hacerte' feliz. No, no. La felicidad, la verdadera felicidad, la clase de felicidad que no puede comprarse o venderse o empacarse sofisticadamente, es idéntica a tu presencia, algo que nadie puede darte, y nadie puede quitarte. Si buscas a alguien más para conseguir felicidad, siempre dependerás de él, siempre sentirás miedo de perderlo, y el temor y el resentimiento retumbarán por debajo de tu 'amor'. Te acostumbrarás a complacerlo, adormecerás tus pensamientos y sentimientos, cerrarás tus ojos a la verdad y vivirás en la fantasía y en la esperanza. Te harás infeliz para ganar su amor, para mantenerlo a tu lado, para controlarlo. Te harás infeliz tratando de hacerlo feliz... o forzándote a ti mismo a ser feliz. Eso no es amor, es adicción a una persona. Es miedo disfrazado de 'romance'. Esta es la mentira.

Pero subyacente a cada adicción está el anhelo por llegar a casa, por la Madre, en el sentido más profundo de la palabra. Encuentra el sentido más profundo de casa dentro de ti mismo, entonces. Haz de tu cuerpo tu hogar, de tu aliento y tu vientre, a medida que se elevan y relajan en este momento presente. Encuentra tu suelo en la sensación de estar vivo. Y en ese lugar de presencia, pasa el tiempo con quienes te nutran, con quienes te ayuden a sentirte vivo, con quienes resuenes y sean capaces de validar tus preciosos sentimientos. Cuando no tratas de ganar amor, cuando no huyes de tus propios sentimientos dolorosos, puedes darte el lujo de amar y ser amado verdaderamente.

Invita a los demás a tu campo de amor; deja que se queden, deja que se vayan, honra su camino y recorre el tuyo con valentía. Pero ni por un momento compres la mentira de que la salvación se encuentra en cualquier lugar excepto en el corazón de tu exquisita presencia, en el lugar donde no hay nadie que pueda ser salvado. El lugar en donde tocas la vida, y en donde eres tocado a cambio, momento a momento...

Porque tú eres El Indicado, El Uno, tu mejor amante, compañero, amigo, gurú y Madre.

Y así puedes decirte a ti mismo:


“Sin ti, no puedo vivir”.
“Tú me completas”.
“Sin ti, no soy nada”.
“Nunca me vayas a dejar”.


- Jeff Foster -




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La Posibilidad de Vivir Intensamente


Muchas veces nos preguntamos cómo es eso de vivir intensamente, y yo a penas me siento en pañales en estos menesteres. Aun así, quiero comunicar algo de lo que siento o no siento cuando creo vivir o no vivir intensamente la Vida. 

A veces confundo el dar al otro esperando inevitablemente que el otro me devuelva lo que yo le pido a la Vida, y me doy cuenta que la Vida, en sí, nunca me ha pedido nada, ni siquiera me alecciona en cómo debería seguir para conseguir una vida cargada de bienestar. Sí, es así, la Vida no me exige nada y en cambio yo me paso mucha parte de mis días pidiéndo el sol cuando en esos momentos inevitablemente es la luna la que esta presente. Ella, la Vida, respeta a cada uno de los miembros que formamos parte de ella, ni le pide al sol que salga cuando le corresponde a la luna estar, ni le pide a la luna que alumbre y caliente como lo hace el sol, y sin embargo a veces yo continúo empeñada en exigirle algo que no es natural y que rompería el equilibrio natural, ¿por qué nos empeñamos tanto en querer cambiar “lo que es”? ¿Por qué nos empeñamos en exigir una mejora en nuestras vidas cuando ni siquiera nos dedicamos a amar y agradecer lo que tenemos?... 

A medida que pasa el tiempo, en esta mi vida de ahora, voy dejándome estar tal y como soy y tal y como siento en cada uno de los momentos que me relaciono con los otros, y si, por supuesto que con cada una de las personas que están en nuestras vidas nos relacionamos de forma diferente según muchas de las cosas que se “ponen en juego” en cada relación, pero yo aspiro a dejarme sentir y compartir mi sentir tal y como soy con la mayor intensidad posible para no dejarme “nada en el tintero”, para mostrar que lo que soy es lo que se ve, para dejar mis corazas, mis miedos y muchas y muchas otras que me impiden ser honesta y autentica con quien soy. 

Vivir intensamente produce vértigo porque mostramos ante el otro como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, es arriesgarnos a parecer vulnerables y sin embargo, no es vulnerabilidad lo que mostramos ante el otro cuando mostramos todo nuestro ser sin tapujos, lo que verdaderamente mostramos es nuestra autenticidad, nuestra sencillez, nuestra esencia, nuestra alma… 

Mostrar nuestra alma, que miedo da, ¿no?. No importa, arriesguemos, seamos valientes, seamos conscientes de todo lo que somos y de todo lo que son los demás, pues ese Amor se encuentra en cada uno de nosotros y que hermoso sería poder conocer verdaderamente esa parte de la Vida que todos llevamos dentro, el Amor. Si estamos hechos de Amor, y esto no es una filosofada espiritual que inventamos para no sufrir, para hacernos más grandes que los demás, pues si verdaderamente yo siento que ese Amor esta en nosotros es porque al vivir intensamente, siento que tú y yo somos iguales, que tú y yo somos Amor, que tú y yo, creas o no, somos lo mismo, Vida… Amor. 

Cuando me relaciono contigo o quizás contigo, reconozco que aún me dejo influir de cómo te relacionas conmigo, y sin embargo, cuando me paro conmigo, veo, mejor dicho, siento, que en muchos momentos en los que nos hemos encontrado, me “he desnudado” ante ti, mostrándome que yo vivo a veces intensamente, expresando de distintas maneras, con palabras, con gestos, con miradas, con contacto, que me importa poco que tú me devuelvas o mejor dicho, me enseñes el trocito de Amor que tienes de Vida en tu interior, sin pretensión de que me lo regales, sino tan solo enseñándote ese trocito de Amor de Vida que llevo yo en mi interior, y que yo considero que está unido a cada uno de los trocitos de Amor que llevamos todos, ¿acaso tenemos miedo de mostrar que en esencia somos Vida y Amor?. 


"La imposibilidad de vivir intensamente está reñida con la posibilidad de amar el Amor, de amar la Vida, de amar cada uno de las personas que nos encontramos…liberemos las cargas, los miedos, las penas y abandonos creídos vivir con el otro, pues el Amor esta en ti, en mí y en todos los que formamos parte de la Vida... del Amor". 


Maje (María Jesús)  Enero de 2015

La guerra de encontrar la paz interior



Algunas veces nos ponemos delante de alguien con el que tenemos un lazo afectivo y en nuestra interacción de repente nos sentimos heridos, pensando, más bien creyendo, que es el otro quien origino nuestro malestar. Y analizamos lo que nos dijo, cada una de las palabras que consideramos hirientes y le damos más fuerza a ese dolor que creímos que nos causó por su actitud y palabras. Y sin embargo, cuando cogemos la honestidad con nosotros mismos, mirando el dolor que vivimos, mirando la herida que se abrió dentro de nosotros que creíamos sanada, nos damos cuenta, que el otro solo fue el maestro y aliado que nos mostró y conectó con nuestras propias heridas que un día creímos que se cicatrizaron. 

Y en un simple instante que nos reencontramos con nosotros, cara a cara, corazón a corazón, alma a alma, herida frente herida, descubrimos que brota de nuestro interior la primera lágrima que denota un dolor antiguo que realmente nunca sano, tan solo fue ocultado por la necesidad de “sentirnos” mejor con lo que estábamos viviendo. Y cuando rebrota una lágrima más nos damos cuenta que tan solo fue un intento de dejar de mirar, que nos sentimos inferiores, maltratados, repudiados y quizás poco reconocidos por el otro. 

Cuando nos dejamos inundar por esas lágrimas que comienzan a brotar sin ninguna intención de reprimir los sentimientos y emociones que salen a la luz, debemos acogernos con el máximo de los amores que hayamos hecho por nadie, si eso es, que hayamos hecho por nadie, pues nos hemos pasado la vida intentando con esperanza que el otro nos querrá tal y como somos, y en el fondo aparece que la necesidad mayor es que nosotros mismos seamos y nos creamos merecedores de nuestro propio amor. Si, de ese amor que brindamos a los demás con la intención de que sea multiplicado hacia nosotros por parte del otro con mayor fortaleza. 

¿Qué nos hizo realmente el otro para que tocáramos las profundidades de nuestra alma?. Es posible que realmente no nos haya hecho nada, es posible que solo él haya actuado como si sus propias heridas hayan sido causadas por nosotros, y sin embargo, una vez más, tampoco nosotros le hicimos nada, tan solo “atacamos” defendiéndonos de una guerra que nunca existió entre nosotros, pues la verdadera guerra se encuentra en cada uno de nosotros: la guerra de encontrar la paz interior. 

¿Y cómo nos creemos que podemos encontrar esa paz?. Aún sigo viviendo experiencias para integrar y averiguar donde realmente se encuentra esa paz, si en nosotros o en los otros. 

Quizás no somos conscientes que damos el poder total de nuestra vida y de nuestro sentir a lo que los demás “hacen” con nosotros, obviando que realmente somos nosotros los que deberíamos mirar dentro para alcanzar la paz y la alegría de vivir y compartir con los otros todo nuestro ser, con heridas o con obscuridades, y con potenciales que nunca podríamos pensar que existían en nosotros. 

Y cuando te miro a los ojos, a ti, bueno en realidad a mí, veo que soy igual que tú, y que deberíamos aunar nuestras fuerzas para comprender que todos estamos aprendiendo a vivir, que tú y yo somos los mismos seres en busca de encontrar el bienestar y la paz interior que todo ser aspira a obtener cuando llega a esta, su vida, la vida de ahora. 

Y la honestidad hace su aparición cuando nos acogemos, nos abrazamos con verdadero amor a lo que somos, a lo que hacemos, a lo que decimos, porque tú y yo somos lo mismo… si, exactamente lo mismo, o al menos formamos parte de un montón de gotas que danzan en la vida al compás que ambos escuchamos. Y no es mejor y más hermosa tu gota que la mía, pues tú y yo formamos las gotas del Amor por la Vida. 

Sí, así es, las gotas del Amor por la Vida, esa Vida con mayúsculas de la que todos los que transitamos ahora vivimos a la vez, a veces al unísono, a veces, a destiempo, a veces con reparos, a veces con envidias, pero también, a veces con verdadero Amor. 



"Cuantas veces culpamos al otro por lo que nos hizo, o por lo que no nos hizo, las famosas expectativas...y cuantas veces dejamos que nuestra vida tome el rumbo de la falta de bienestar por ceder al otro la responsabilidad y el poder de dárnoslo..."


Maje (María Jesús)  Diciembre de 2014



El viejo Arbol (Cuento de Denisse Itzel Torres Beltrán)


Una soleada mañana un hermoso pajarillo decidió pararse en una de las secas ramas de un viejo árbol.
Mientras el ave limpiaba cuidadosamente su rojo plumaje, escuchó que el árbol se lamentaba: 

- ¡Qué triste me siento! ¡Antes era bello y frondoso, ahora sólo soy un montón de frágiles ramas! ¡A quien le importa un árbol que no da frutos! ¡Ni siquiera los niños quieren treparme! 
- ¿A que se debe tanta desdicha?- preguntó el pajarillo al árbol. 
- Pues verás, hace más de dos meses que los dueños de esta casa se fueron y desde ese día no he probado una sola gotita de agua, si no llueve pronto seguro que moriré. 
- ¡Oh! ¡Que triste! Quisiera ayudarte, pero no sé como, sólo soy un pequeño pajarillo. 
- ¿Crees que puedas traerme aunque sea un chorrito de agua fresca en tu piquito?- Preguntó el árbol.
- ¡Claro!- dijo el pajarillo- ¡Es una excelente idea!, voy a pedir ayuda a todos los pájaros del rumbo y juntos te refrescaremos ¡Ya verás!
- ¡Muchas gracias pajarillo!- Exclamó el árbol. 

Las palomas, los cenzontles, los jilgueros, las calandrias, y otras aves del lugar, se reunieron en el río y dirigidas por el pajarillo rojo llevaron en sus picos agua para el viejo árbol.
- ¡Gracias! ¡Muchas gracias a todos! ¡Que feliz y vivo me siento! - Exclamó el árbol cuando, después de una larga espera, pudo disfrutar la lluvia que los pajaritos dejaban caer sobre él.

Todos los días los pájaros regaban con mucha generosidad al árbol. Poco a poco el viejo árbol recuperó su color, miles de hojas volvieron a crecer entre sus ramas y su tronco se hizo cada vez más fuerte. Todo él volvió a estar lleno de hermosas y fragantes flores que pronto se convirtieron en jugosas manzanas. ¡Que bello! El árbol volvió a sentirse vivo y frondoso.

La hermosura y presencia que el árbol daba al patio en el que vivía provocó que la casa nuevamente fuera habitada. Todos los días la señora de la casa regaba al árbol y éste cada vez estaba más resplandeciente. Los pájaros felices por la llegada de la primavera y por la dicha del árbol decidieron organizar una fiesta en el patio.

- ¡No! ¡No se paren en mis ramas! ¡Por favor!- dijo el árbol a los pajaritos.
- Que no ven que pueden tirar mis hojas, mis flores y mis frutos. A nadie le gustan los árboles secos. Busquen otro árbol para brincotear, hay muchos por este lugar.

El pajarillo rojo, junto con los otros pájaros, se fueron muy tristes por la actitud del árbol a quien tanto habían ayudado.

La mañana siguiente una paloma intentaba hacer su nido en el viejo árbol. El árbol muy enfadado dijo:
- ¡Oye! ¿Qué no vez que puedes dañar y ensuciar mis ramas y mi tronco? Hay muchos lugares donde puedes hacer tu nido, por que no buscas otro.
La paloma huyó avergonzada y entristecida. Lo mismo pasó con el jilguero y la calandria que intentaban alimentarse con las manzanas del árbol.

Poco a poco, los pájaros se alejaron del patio y dejaron de visitar al árbol. El árbol continuó hermoso y resplandeciente por un tiempo; pero cada día se sentía más pesado. Nadie comía ni tiraba sus manzanas. Tenía tantos frutos y flores encima que sus ramas y su tronco comenzaron a inclinarse. La señora de la casa pidió a su esposo que cortara el árbol porque en cualquier momento podría caerse.

El árbol, que escuchó lo que la mujer decía a su marido, lloró desconsoladamente. Los pájaros escucharon sus sollozos y acudieron al patio.
- ¿Qué te pasa viejo árbol? ¿Por qué lloras?- Preguntó el pajarillo rojo.
- ¡Estoy muy triste! ¡No dejé que ustedes tiraran mis flores, ni que comieran de mis frutos, ahora mis ramas pesan tanto que mi tronco se ha doblado y van a cortarme!
- No llores, viejo árbol, nosotros te vamos a ayudar- Dijo el jilguero.

Las aves comenzaron a tirar las manzanas, las flores y las hojas del árbol. Poco a poco el viejo árbol se enderezó y los señores de la casa decidieron no cortarlo. Aunque por un tiempo el árbol sólo tuvo unas cuantas hojas entre sus ramas, vivió feliz rodeado de pajaritos pues logro comprender el valor del agradecimiento, del servicio y de la generosidad.

 

CUENTO GANADOR del CONCURSO INTERNACIONAL de CUENTOS CORTOS para LA EDUCACIÓN EN VALORES "CIUDAD DE MORELIA" 2009/10

Autora: Denisse Itzel Torres Beltrán


Fuente: Red Mundial de Educadores 

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